Cuando estás mal, cuando lo ves todo negro, cuando no tienes futuro, cuando no tienes nada que perder, cuando... cada instante es un peso enorme, insostenible. Y resoplas todo el tiempo. Y querrías liberarte como sea. De cualquier forma. De la más simple, de la más cobarde, sin dejar de nuevo para mañana este pensamiento: «Ella no está». Ya no está. Y entonces, simplemente, querrías no estar tampoco tú. Desaparecer.
Y a todas las preguntaba…¿la habéis visto? Por favor…he perdido mi estrella. Mi isla que no existe. ¿Dónde estará ahora? ¿Qué estará haciendo? ¿ Con quién?… y a mi alrededor, ese silencio de esas estrellas entrometidas. El ruido molesto de mis lágrimas agotadas. Y yo, estúpido, buscando y esperando encontrar una respuesta. Un simple porqué…pero que idiota, ya se sabe cuando un amor se acaba se puede encontrar todo excepto un porqué.
Nada de lo que la gente te decía tenía que ver con ella, podía evocarla, darle vida de nuevo. Babi... Días inútiles para dejar descansar mi corazón, mi estómago, mi cabeza. Babi. Imposibilidad total de retroceder, de estar en un momento debajo de su casa, de encontrarla por la calle. En Nueva York no hay peligro... En Nueva York no hay espacio para Battisti: «Y si vuelves a mi mente basta pensar que no estás, que estoy sufriendo inútilmente porque sé, yo lo sé, yo sé que volverás.» Falsos acordes para intentar evitar todos los sitios que conoce y frecuenta también ella, Babi.
Son tantas las cosas que echo de menos... Pero hoy tengo ganas de no pensar.
Eran otros tiempos. Tiempos de amor.
Basta. Estoy fuera. De los recuerdos. Del pasado. Pero también estoy perdido. Antes o después las cosas que has dejado atrás te alcanzan. Y las cosas más estúpidas, cuando estás enamorado, las recuerdas como las más bonitas. Porque su simplicidad no tiene comparación. Y me dan ganas de gritar. En este silencio que hace daño. Basta. Déjame. Ponlo de nuevo todo en su sitio. Así. Cierra. Doble vuelta de llave. En el fondo del corazón, allí, en aquella esquina. En aquel jardín. Algunas flores, un poco de sombra y después dolor. Ponlos allí, bien escondidos, te lo ruego, donde no duelan, donde nadie pueda verlos. Donde tú no los puedas ver.
Tengo ganas de ti
Por todo lo que he imaginado, soñado, deseado.
Tengo ganas de ti
Por lo que sé y aún más por lo que no sé.
Tengo ganas de ti
Por ese beso que aún no te he dado.
Tengo ganas de ti
Por el amor que nunca he hecho.
Tengo ganas de ti Aunque nunca te he probado
Tengo ganas de ti, de ti entero...
De tus errores, de tus éxitos, de tus equivocaciones, de tus dolores, de tus simples incertidumbres, de los pensamientos que has tenido y de los que espero que hayas olvidado, de los pensamientos que aún no tienes.
TENGO GANAS DE TI
Tengo tantas ganas de ti, que nada me basta
Tengo ganas de ti y no sé ni siquiera Por qué...
Tengo ganas de ti, de que llegues a Mi vida...
No hay comentarios:
Publicar un comentario